La selección española de balonmano deambula por Croacia. Pese a las goleadas a dos equipos menores (Kuwait y Brasil) las vergüenzas quedaron al descubierto ante Suecia. Coracia, a favor de todas las corrientes, machacó al equipo de Valero Rivera enseñándole un camino bien distino al que recorre en este mundial. La sensación de ridículo no está lejana. La derrota ante Corea otorga la peor clasificación de la historia. De campeones del mundo, al abismo de la disputa de la President Cup.
Comenté, al conocer la lista de integrantes, que me parecía una elección discutible. Está bien que se apueste por los relevos, pero midiendo las posibles consecuencias. Se le pidió a Barrufet un esfuerzo impagable para reforzar la autoestima de un equipo pobre en mecanismos de defensa. Demasiada juventud para afrontar una competición de máxima exigencia.
Aposté por la presencia de otros jugadores, acostumbrados a partidos de rompe y rasga, mucho más avezados en la alta competición. Me sorprendió la ausencia de Julen Aginagalde, un pivote de tronío contratado por el Ciudad Real para los próximos ejercicios. Su presencia era necesaria, item más tras la definitiva ausencia de Rolando Uríos. El jugador de Irún, pese a la decepción, escribe una colaboración en el DV y anima a sus compañeros "a no bajar los brazos, porque tienen que tener claro que todavía tiene opciones de cerrar un buen campeonato. Cosas raras me han visto".
Cualquier persona que conozca este deporte, Julen lo sabe, no ignora que la suerte española en este Mundial de Croacia estaba echada. La apuesta joven, desmedida, con los Ugalde, Cañellas, Andreu, Perales, Morros y compañía, con el respeto a todos ellos, era un cheque sin fondos, después de que con otro entrenador y jugadores, la medalla de bronce en los pasados juegos de Pekín fuera una acción de mérito.
El equipo perdió balones por un tubo, no sacó provecho de las superioridades numéricas y denotó carencias físicas y sobre todo mentales. La inexperiencia pasa factura y se paga. Lo grave es que antes del pitido inicial se defendió una tesis imprudente: "somos candidatos". Faltó una concreción "¿a qué?. En el deporte muchas veces la teoría y la práctica distan enormemente. Ahora, el seleccionador pide perdón por las derrotas humillantes.
No acepto que se diga que después de visto…que después de conocer el resultado, las opiniones son ventajistas. Están expuestas con anterioridad las dudas y la poca convicción en este inicial proyecto. Juan de Dios Román, el nuevo presidente, quiere aprovechar los éxitos del equipo nacional para destacar campañas de marketing en favor de la promoción del deporte que ama. Cuando los resultados llegaban, la incapacidad era la habitual compañía de los dirigentes. Ahora que la voluntad existe, fallan los resultados. La teoría y la práctica.