elbeaterio.es

¡Por favor, póngame cuarto y mitad…!

Los mercados de las ciudades ayudan a conocer la idiosincrasia de las gentes que allí viven. Disfruto pateándolos. Si te paras, por ejemplo, en una carnicería o charcutería vasca, escucharás la voz de una señora que pide tres sherras de jamón. Apenas hay debate. Como mucho una pregunta sobre el grosor de las mismas. En la cola no se escucha demasiada cháchara, ni disputas con el tendero. La gente va a lo suyo.


Ayer por la mañana fui al de Xerez. Tampoco soy capaz de explicar los motivos que llevan a los clientes a abarrotar un puesto y dejar vacío el que está al lado, aunque se dedique a lo mismo. Me detuve en Casa Ontiveros (chacinería). Cuatro dependientes y mogollón de señoras ante el mostrador. Algarabía y guerra con Migué. "Ozú que día llevo hoy". Miré al reloj y no eran todavía las diez y media. No quiero pensar qué diría a la una.

Aquí no se piden sherras. "Cuarto y mitad de morcillo, niño". La señora María, talludita, amplia, gitana, iba cargada de bolsas. Pelo negro, recogido en un moño con orquillas plateadas. Ojos grandes y vigorosos. Por un momento pensé en ella para nuestro equipo, para que lo liderara. Mostraba un garbo inusitado. Seguro que tira de un amplio carro familiar con mando y gobierno en plaza.

Las devociones marcan también el sentido. Ayer cumplí años. Salí con algunos compis a cenar. Al doblar una callejuela, voces. Un paso de Semana Santa. Sólo con la estructura de madera. Sin imagen, ni candelería, pero con sacos de cemento. Bajo ellos cuarenta hombres, ensayando los movimientos. Cuellos protegidos. La voz del capataz, un fuerte golpe con la aldaba, y en dos tiempos, el paso arriba con una firmeza increíble. A todos estos me los traía también para el equipo. En este caso, por la fuerza y por la convicción de que todo va a salir bien.

Esto precisamente sucedió en Chapin. El comienzo no ofreció la menor sensación de éxito final, pero el empate de Abreu fue un lenitivo al chorreo del juego dominador de los locales, al tiempo que sirvió para devolver a los nuestros las posibilidades de victoria. El segundo golazo. El tercero. Todos inclinaron la balanza. Los centros impecables de Marcos y los remates del ariete encandilaron. Donde menos te lo esperas salta la liebre. Como de repente. Sin avisar. El técnico refuerza su posición zarandeada tras las tres derrotas. El equipo, su autoestima. Todo sigue estando lejos, pero no tanto.

En una semana plagada de espectáculos, con los partidos victoriosos del Liverpool y el Barça, la Real gana en la cancha del líder. Esto si me gusta. Por favor, póngame cuarto y mitad…

 

 

 

Iñaki de Mujika