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Río de Janeiro, cinco aros

La elección de la ciudad que organizará los JJ.OO de 2016 me recuerda en parte al Festival de Eurovisión, salvando las distancias y cambiando canciones por deportes. Se monta un tinglado alrededor de las votaciones que termina por desvariar. Jefes de estado, presidentes de gobierno, primeros mandatarios, deportistas de primer rango y otros ciudadanos de postín no dudan en prestarse para conseguir el objetivo que persiguen.


Las organizaciones se han gastado un dineral en tiempos de crisis, con la sana esperanza de recuperarlo si la fortuna se alinea con el proyecto que defienden. Madrid, Chicago, Tokio y Sao Paulo pugnaban por llevarse el evento a la cazuela de sus intereses. Desde la Segunda Guerra Mundial ningún país, excepto Estados Unidos, repitió organización. Inglaterra lo hará en 2012 (Londres, 1948). La cita en Japón se escribe en 1964, en tanto que Barcelona fue sede en 1992. Los brasileños nunca vivieron unos juegos de cerca.

 

Los analistas se han pasado horas y horas desarrollando tesis con argumentos en todas las direcciones. La candidatura de Madrid chocaba de frente con varios muros que muchos no quisieron ver. El primero se llama Londres, porque en esta ciudad europea se celebrarán en 2012. El segundo, Barcelona 92 que conlleva mucha cercanía en fechas para un mismo país. Tercero, y muy importante, América del Sur nunca los organizó.

 

Los países del Cono Sur, habituales votantes de las propuestas españolas, se alinearon esta vez con Brasil propiciando en la final una diferencia que no se esperaba, porque Madrid ganó la primera votación en la que cayó eliminada Chicago. El matrimonio Obama, apelando a los sentimientos,  no pudo hacer olvidar el fiasco de Atlanta 96.

 

Cuando TVE concursa en Eurovisión, el cantante y la canción que le representa, siempre está entre los favoritos, gusta mucho a la crítica y esas cosas que se repiten todos los meses de mayo desde tiempo inmemorial. Llega la hora de la verdad, que es el momento en que los votos afloran país por país y se suman una tras otra las decisiones y la canción acaba la décimotercera. Lo más entretenido, ahora también, llega con las justificaciones que una vez más demuestran el poco rigor previo ante un evento como el que acaba de conceder cinco aros a Río de Janeiro.

 

 

Iñaki de Mujika