Los comentaristas que analizan los partidos suelen calificar "como tácticos" aquellos encuentros en los que nadie arriesga nada, porque el temor a perder supera el resto de parámetros. Todos quieren ganar, pero es más un deseo que una realidad por la que apostar con recursos y decisiones. Cuando los dos conjuntos en liza se muestran timoratos, "lo táctico" se convierte en peñazo, tostón o ladrillo. Lo que prefieran. Esa capacidad de decidir es la que determina el perfil de los entrenadores.
Arconada prepara los encuentros a conciencia. Analiza hasta la extenuación al rival. Piensa en su equipo y en el contrario, tratando de incorporar elementos nuevos, sorpresas con las que llevar a la deriva los planes del oponente. Ayer salió con dos puntas, porque pensaba que dos delanteros hacen daño a los centrales realistas. Sacó a Pavón de pivote, porque intuyó que Zurutuza iba a ser de la partida inicial. Estructuró un plan con el que jugar bien al fútbol y demostrar desde el principio que quería ganar. Las sensaciones ofrecidas fueron buenas. La estética y la práctica, tal vez, mejoraron a su rival, pero el remate le falló.
Martín Lasarte pertenece al clasicismo, a la eterna poesía de las cosas sencillas. No esperemos nunca una revolución, porque la primera sorprendida sería su plantilla. La clave está en los matices. Sacó a Agirretxe para que se deslomara. Guardó a Zurutuza para cuando hiciese falta acelerar y jugar verticales. Confió la banda derecha a su propietario, al tiempo que miraba con atención a los zurdos. Carlos Martínez no lo es, pero centró con la izquierda el balón que remató Griezmann con la derecha. De la Bella firmó la victoria desde atrás, sorprendiendo a Del Pino que se despistó en los dos tantos. El míster no enseñó cartas externas, pero arengó a los suyos con sus recursos. De puertas a dentro. Cuestión de método, o de librillo según los aprendizajes..
A estas horas, en tiempo de sumas y restas, el equipo sigue haciendo camino. Queda un mundo y todo puede suceder. El Betis viene por detrás tocando zambomba, sin que Levante y Numancia renuncien a nada. En Cartagena sienten calor en la popa por la presión de los perseguidores. Contra todos ellos la Real debe medir fuerzas. Serán finales con valor. Habrá que prepararse a conciencia. No sé si tanto como Milón, aquel atleta griego del Siglo VI a. de C. Cuentan que comía una ración diaria de más de ocho kilos de carne, otros tantos de pan y casi treinta de vino. Lo he leído este fin de semana.
Los partidos dominicales de las cinco de la tarde alargan el fin de semana y conceden ratos. Esta vez para hincarle el diente a un libro que Aristóteles escribió para su hijo "Ética a Nicómaco". Se preocupa por la felicidad como bien supremo, el mayor bien al que puede aspirar un individuo a lo largo de su vida. El fútbol enseña caminos, pero la felicidad se alcanza con victorias y puntos. Por eso, ayer los realistas eligieron explotar el camino de sus virtudes con esa buena relación entre prudencia y destreza.
Nota: Creo que Mikel Labaka estuvo estupendísimo.