El Barça se gastó una pasta en la contratación de Zlatan Ibrahimovic. Era un delantero de postín para un proyecto campeón. El jugador sueco nunca entendió la filosofía de Guardiola. O, si prefieren, la forma de jugar de uno no era lo que quería el otro. Al entrenador le gusta que todos sus jugadores trabajen a favor de un proyecto, mientras que el ariete de pronunciada nariz apuesta más por su particular taifa. Tras un tiempo lógico, a la espera de adaptación, los goles de Ibrahimovic no justificaban su juego, ni el desembolso. Llegó el desamor y el choque con su técnico.
Como sucede en estos casos, siempre hay un mánager que se encarga de añadir más leña al fuego. Mino Raiola despotricó cuanto quiso de Pep, echándole toda la culpa de los males (multimillonarios por cierto) que aquejaban a su cliente. Como aquello no tenía visos de terminar, todos convinieron que lo mejor era un cambio de aires de Zlatan. Así fue. Con el Milán de invitado, el sueco defiende ya la camiseta rossonera, tras los acuerdos entre las partes. El asunto debiera terminar, pero sigue porque el bocas de Raiola ha vuelto a rajar, demostrando poca inteligencia.
Ha arremetido contra Cruyff y Guardiola. Al primero le dice "que se puede ir al infierno, que es un don nadie, que se está volviendo senil y que no ha tenido coraje para seguir su carrera de entrenador. No sabe cómo entrenar un club moderno, Creo que él y Guardiola se pueden ir juntos a un hospital mental, callarse, sentarse y jugar a cartas. Le harían un gran servicio al Barça"
Pero el que puede hacer un gran servicio es precisamente el representante Raiola, porque anoche el club catalán hizo público un comunicado en el que anuncia el bloqueo de pagos al intermediario sueco al que aún le faltan por cobrar casi cuatro millones de euros. Y como sus declaraciones a lo mejor constituyen delito, el Barça está dispuesto a emprender acciones legales contra él, que a la vista de los acontecimientos no parece muy inteligente.
No tengo tampoco la menor duda de que Raiola aparcerá pronto rectificando, echando la culpa al periodista sueco del diario Expressen que fue quien le entrevistó. Y es que cuando a uno le tocan el bolsillo…