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Un escudo en Fuenmayor

Pregunto a Ramón, la persona que nos atiende en la mesa, cómo se llama la señora que cocina. “Belén”, aunque antes le anteceden un par de nombres. Domina los fuegos y pucheros. Estamos en la plaza Félix Azpilicueta de Fuenmayor. Hace un calor que te mueres. Los termómetros a la sombra marcan 35º. Y el viento que sopla es caliente. Ni se ven, ni se intuyen los pájaros y las personas del pueblo están todas de puertas a dentro. Junto a la parroquia de Santa María, a la sombra de los plátanos, los veladores están absolutamente vacíos. Ni alma.

He paseado a la mañana por el centro de Logroño. El Espolón está lleno de autobuses y caravanas ciclistas. Allí se instala la meta de la etapa que recorre las calles de la ciudad en un circuito llano, a cuyo alrededor los aficionados tratarán de encontrar las esquinas menos bochornosas para aplaudir a los ciclistas y evitar que sus cabezas terminan atolondradas por la fortaleza de una megafonía agobiante.

El mercado sigue en su sitio y la frutería de Pedro también. Paraguayos, nectarinas, melocotones, un melón de Bruno, un kilo de pochas, unos pimientos verdes, los primeros piquillos. Dos bolsas llenas, hasta arriba. Al coche que está en el parking. De ahí al aire acondicionado de Mercadona. Parece que regalan. Es un martes. En todas las cajas hay cola. Ni crisis, ni puñetas. ¡Precios!.

Unai y Gurutz me esperan en la puerta del pabellón. Muy cerca en la calle Clavijo, Cafetería Real, nos tomamos unas claras de trago. Ya te he dicho que hace un calor que te mueres. Vienen de entrenar y yo de tirar del carro. Se incorpora Shasha. Somos cuatro. Y no cinco, porque Nico ya está en casa haciendo la comida. Telefonazo, mesa reservada. En pocos minutos llegamos. Sale un coche de una sombra y entra el nuestro entre aplausos de fortuna.

El Escudo es un lugar recogido. Una barra de bar a la entrada y un pequeño comedor al fondo, con media docena de mesas. Parece imposible que sean capaces de completar una carta que recitan de memoria tan llena de sabores. Croquetas de hongos para abrir. Deliciosa menestra de verduras para no defraudar. Garbanzos guisados con rape y almejas para delinquir. Pochas con codornices por no decir que no. Ventresca de bonito encebollado porque se antoja y chuletillas de cordero con patatas para mancharnos las manos. “Goxua” de postre, con flan de café para compartir y unos quesos de oveja lacha que el dueño quiso que probáramos. Un café. Mucho regadío de agua y menos de vino, un crianza rico que elaboran los dueños de la casa.

Volvemos al coche, que sigue a la sombra, pero que está como una barbacoa efervescente. Como nosotros. Calientes. Volvemos a Real. Se incorpora Sergio a los cafés con hielo. Charla, charla y más charla. Alguno de los jugadores empieza a sentir problemas con los abductores. Deja de atardecer y levantamos campamento. Salimos y de nuevo un tortazo caliente en la cara. El termómetro sigue inamovible. Al fondo, se distingue el humo de un incendio. Otra vez un monte entre Navarra y La Rioja. Me cruzo con varios camiones de bomberos que seguro se enfrentan a un trabajo desagradable en el que hay poco espacio para disfrutar.

Me hubiera tirado vestido a la piscina, así que al llegar a casa, después de vaciar el coche de bolsas y paquetes, la ducha fría y reparadora completó la jornada donde el escudo no sé si fue protector, pero sabroso…

DATOS DE INTERES

Mesón El Escudo

Plaza Félix Azpilicueta, 11
26360 FUENMAYOR (La Rioja) 
www.mesonelescudo.com
Teléfono: 941 450 105

Iñaki de Mujika