Hace unos días he coincidido con Juan de Dios Román, presidente de la RFEBM. Hablamos de los Juegos de Londres, de balonmano y del futuro. En la conversación hizo referencia al artículo que ha publicado en “El País”. Me parece interesante como reflexión y conocimiento de las realidades. Es por ello que lo recojo para que os ayude a situaros:
“Finalizaron los Juegos Olímpicos en Londres y en los días siguientes (por no reducir a horas) aparecen los análisis, comentarios, aplausos y críticas a tenor de los resultados obtenidos por nuestra representación olímpica. Alrededor de ello, con lógica preocupación por otra parte, se constata de manera elocuente un ambiente de pesimismo alrededor del futuro de aquellas especialidades sostenidas básicamente por el apoyo institucional y la incidencia negativa de la crisis que soportamos. La dependencia del soporte oficial es una constante en el deporte español una vez que el “pastel de la financiación privada” se distribuye en deportes concretos (en algunos casos sin la vitola de olímpicos), con retornos inmediatos a los intereses publicitarios. Se cuentan con los dedos de una mano aquellos deportes con recursos propios suficientes para crecer al margen del presupuesto institucional mientras que el resto encuentran en el mismo la única vía de mantenimiento. Esta realidad entra en escena y se debate durante unas horas o días cada cuatro años tras los Juegos desapareciendo de la escena mediática como las nubes veraniegas.
Ante el escenario desalentador que se dibuja a partir de los recortes derivados de la situación económica del momento, dejarse llevar por el pesimismo supone introducirse en un mundo de tinieblas, falto de esperanzas, ausente de sueños y alejado de valores propios del deporte; la renuncia al sacrificio y al esfuerzo que tanto exigimos a nuestros deportistas tiene menos cabida aún en el terreno de los dirigentes más obligados que nunca al ejemplo, la coherencia y a la responsabilidad que provoque cohesión y se aleje de renuncias. Es cierto que muchos deportes se sienten discriminados de los focos de atención, alejados de apoyos privados por no ser considerados marcas de interés, olvidados, en mayor o menor proporción, de las empresas y televisiones a la espera de normas que reconozcan y faciliten el crecimiento con tendencia a la equidad e igualdad de trato, pero no lo es menos que no puede esperarse a la llegada del maná de la futura ley de Mecenazgo tan anunciada como lenta en su elaboración, ni esperar que las instituciones soporten una estructura profesionalizada del deporte. Por otra parte el proyecto A.D.O, no hay que olvidarlo, ayuda y mucho, sí, pero en base a resultados en un círculo comprometido y temporal.
Se cuentan con los dedos de una mano aquellos deportes con recursos propios suficientes para crecer
Me niego a dejarme arrastrar por posturas pesimistas; liderar exige, entre otras muchas cosas, no transmitir lo negativo a los cientos, miles de personas anónimas que hacen grande cada deporte desde el anonimato; no se puede olvidar a tantos dirigentes, monitores, padres y aficionados que sostienen el tejido deportivo de base con su permanente esfuerzo, su solidaridad y sacrificio que no merecen mensajes negativos sino caudales de agradecimiento; unas semanas de desaliento son años de retraso en resultados. Mucho antes del éxito y de la detección se necesita promoción, estructura básica, deporte escolar, (de obligada responsabilidad institucional) facetas estas que, de una manera u otra, vienen desarrollando de manera voluntaria familias, aficionados enamorados de cada especialidad. Ellos deben obligarnos a superar situaciones (incluso límites), superar escollos y seguir ofreciendo resultados positivos.
El balonmano, mi deporte, transita con buenos resultados en medio de la penuria; medallistas olímpicos, (recientes en las mujeres o de Juegos anteriores en hombres), abandonan nuestras ligas en búsqueda de soluciones profesionales en otros países; los clubes, de distintos niveles, se ven obligados a reducir presupuestos o a encontrar nuevas vías imaginativas; los aficionados se interrogan respecto al valor de las competiciones ante la dispersión de alguna de sus estrellas. Todo ello contribuye a la inquietud del mundo del balonmano como no puede ser de otra manera. En paralelo la actividad exige no perder el tiempo en dudas; la formación exige atención permanente, los clubes se esfuerzan por mantener las competiciones, ya en puertas, con la máxima dignidad, en meses un nuevo Campeonato de Europa Femenino y el Campeonato del Mundo de España 2013 nos reclaman la máxima atención con nuevos exámenes de resultados que ayuden al crecimiento de nuestro deporte. Digamos en voz alta que la marca balonmano también existe y de la que nos sentimos orgullosos en su defensa, vitalidad y obligado reconocimiento.
Digamos en voz alta que la marca balonmano también existe
Los resultados brillantes de nuestras selecciones, la medalla de bronce de unas jugadoras que han asombrado a todos con su espíritu deportivo (auténticas guerreras como fueron bautizadas en la campaña del Preolímpico), el buen comportamiento de los jugadores, sin premio, en la cita de Londres, el título europeo de los juniors, etc., son un homenaje a nuestros seguidores, dirigentes, monitores y entrenadores que desde el silencio son nuestro motor y a los que debemos y consagramos nuestros esfuerzos. Ellos no entienden de crisis porque se asoman al balonmano desde el afecto. Aumentemos esa familia con mensajes de optimismo.
El Mundial de Enero 2013 es nuestro verdadero examen; está en juego no solo el éxito deportivo sino igualmente la credibilidad del balonmano y del deporte español ante el mundo deportivo y con el horizonte de la candidatura olímpica de Madrid 2020. En el último tramo organizativo en el que nos encontramos al esfuerzo de las instituciones implicadas le demandamos un adicional en colaboración organizativa. Se hace imprescindible por otra parte una implicación activa del mundo empresarial en el campo del Patrocinio a un evento considerado de excepcional interés que tendrá retorno asegurado por la inmensa fidelidad de los seguidores a los que se unirán nuevos aficionados que descubrirán las riquezas de este deporte.
Finalizo retornando al principio de estas reflexiones: que el debate que se plantea en los días posteriores a los Juegos continúe durante meses sería la mejor inversión para el futuro del deporte español. El olvido es seguir manteniendo en el pozo del anonimato a muchas especialidades y deportistas. Las soluciones no pueden esperar”.