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¿Qué más podemos pedir?

Cualquier otro resultado que hubiera supuesto caer eliminados, produciría un shock traumático a toda la feligresía. Lo mismo que a la tesorería del club, a los dirigentes, a técnicos y jugadores y al resto coral de la entidad que ayer se enfrentaba al reto más importante de los últimos años. Era parecido a un parto. Desde que nos quedamos embarazados en A Coruña fueron pasando los meses. Visitas al ginecólogo, ecografías, conocimiento del sexo, ropitas para el bebé y nervios, cada vez más nervios. 

 

Los primeros síntomas llegaron en Francia. Las cigüeñas vienen de París, pero la nuestra se equivocó de camino y acabó en Lyon. Allí se rompieron las aguas ante la atenta mirada del padre que quiso asistir al alumbramiento y del tío, que estuvo cerca por si se mareaba e iba al suelo ante las emociones. Los doctores Griezmann y Seferovic sacaron al niño sin cesárea, sano, robusto, con ojos de sorpresa, y meón, muy meón. En muchos de los ojos de la gran familia aparecieron lágrimas no de tristeza, sino de alegría, porque hacía mucho tiempo que esperaban el feliz momento.

Después de las primeras leches y chupetes, una semana más tarde, les dieron el alta para viajar y volver a casa. Allí esperaban vecinos, amonas, aitonas, curiosos venidos de lejos. Se anunciaba bautizo por todo lo alto. Al niño le vistieron con ropita blanca y azul, rodeado de un mantón de la bisabuela, una cadenita con medalla de la virgen del Coro  y un brochecito en el que se leía “Champions”. Entre los invitados, mucha bufanda especial para el día y ganas de banquete.

En medio de ese zafarrancho que quería ser glorioso me encontraba en mi veterana cabina que ha esperado también el momento. No volvía a ella desde mayo de 2011. Esta vez no era necesario pasar por taquilla para transmitir el partido, así que con el visto bueno de la autoridad recuperé las sensaciones perdidas en un escenario espectacular, a tono con la trascendencia del match. No dudaba del éxito final, pero creía sinceramente que los franceses iban a tratar de hacernos daño.

No se podía fallar y era necesario tratar de ser lo más parecido a nosotros mismos en relación con el encuentro de ida. Por eso, Jagoba Arrasate no dudó ni un minuto en tirar de la mayor parte de titulares y dejar claro en mensaje a los suyos. Especular, ver venir y lamentarse suelen pertenecer al mismo pack. Era previsible que apostara por un equipo muy parecido al del triunfo el Gerland. Estrada se situó en el lateral derecho y Ansotegi recibió el premio a la trayectoria para, desde su buen hacer, iniciar el partido desde el centro de la defensa. Tablas y serenidad para acompañar a Iñigo. El resto, lo esperado.

Como el comienzo del encuentro, con los franceses tratando de sorprender con fútbol directo y rápido, dejándose llevar por Grenier aunque sin lograr crear peligro verdadero. A medida que los minutos pasaban lentos, los locales encontraron oportunidades para sorprender y si no es por ansiedad y precipitación, lo que sucedió en el segundo tiempo debió pasar en el primero. Consolidados atrás y avanzando los minutos, la Real iba a sentirse más segura ya que los lioneses iban seguro a sentirse derrotados y con menos fuerzas para intentar la conquista.

Quedaba aguantar la salida gala tras el descanso. Si ese temporal no causaba estragos estábamos más cerca del objetivo. Y así fue. Sobre todo, a partir del gol de Vela, el primero, que hacía imposible la remontada- El padrino procedente de México sacó caramelos de los bolsillos los propagó a los cuatro vientos y la grada se endulzó hasta lo inverosímil, porque en medio de la algarabía llegó el segundo en tiempo de descuento con un slalom monumental de un delantero que volvió a marcar un par de tantos y mejorar su valor bursátil. Quedan pocos cías para el cierre de los mercados y miedo me da que aparezca algún equipo con la tela y nos descomponga. Aunque estemos en crisis, se habla de millones como si tal cosa y quien cuenta con ellos es un peligro para clubes como la Real que gracias a este éxito, para empezar, se embolsa once millones de euros que le vienen como anillo al dedo para consolidar el proyecto y la gestión del mismo.

Quien más quien menos hace cálculos y cábalas, pensando en los posibles rivales que nos salgan en los bombos. Los bombos de las bolas que dicen calientes y frías. Pero, sería bueno contar con otro bombo, otro embarazo que a corto plazo nos traiga un niño sonrosadote. Es tanta la alegría que sólo cabe disfrutarla. La Real sigue haciendo camino desde la fortaleza, Los buenos resultados le refuerzan. ¿Qué más se puede pedir?-

P.D.- Si anoche afloraban los nervios en Anoeta, qué no pasara hoy en el puerto donostiarra. La clasificatoria de la Concha es algo así como un harakiri. Suerte a todos, varias tazas de tila y que al domingo lleguen los que se lo merezcan.

Iñaki de Mujika