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Igualdad indiscutible

Escribo pocas veces de la Segunda División de fútbol y no sé el porqué. Lo cierto es que echando un vistazo a la clasificación convendrá cuando menos destacar la emoción que les espera y la igualdad con la que conviven. Disputada una vuelta del campeonato, las diferencias son escasas, por no decir mínimas.

Entre el nuevo líder que es el Sporting de Gijón y el octavo clasificado la diferencia es de tres puntos, un partido, mientras que la distancia que separa al primero de la zona de descenso es de nueve puntos, tres partidos. Si nos fijamos en Primera División, los mismos parámetros suponen veintiséis puntos entre el primero y el octavo, así como treinta y cinco con el descenso. No hay color.

Leía un documento en el que trataban de explicar las razones de lo poco que se parecen las dos categorías entre sí, aunque ambas pertenecen a la misma liga profesional. Se argumentaba que en Segunda ni hay jeques ni multimillonarios que se refugien en los despachos, ni perciben un dinero distinto por las televisiones. Desde esa igualdad, las diferencias se relacionan con la gestión, con los abonados y accionistas, así como con las capacidades de los dirigentes por conseguir y gestionar recursos.

Así se puede explicar que entre los diez primeros haya equipos con menos recursos que la mayoría. Éibar y Lugo compiten contra conjuntos que no hace mucho estaban en Primera; Sporting, Deportivo, Mallorca, Zaragoza, Las Palmas o Recreativo de Huelva.

Ésta es una categoría exigente, con resultados habitualmente cortos porque los partidos se resuelven por pequeños detalles. Los equipos se conocen y entrenan parecido, pero las respuestas no siempre son las mismas, ya que la ansiedad en muchos grupos propicia desastres y mucho nerviosismo. Esta liga es muy larga, se hace eterna y el camino se recorre despacio. Gran error si quieres que en  enero sea junio.

Esa lección la tiene muy bien aprendida el Éibar y no tanto el Alavés. Los armeros confiaron en el equipo que ascendió y le dieron un par de retoques para apuntalarlo. Los resultados están a la vista. Partido a partido, explotando las señas de identidad. Así las cosas, prestigio ganado y resultados para enmarcar. Los alaveses no cuajan. Cambiaron ya de entrenador, modificaron mucho la plantilla y les cuesta una barbaridad enderezar el rumbo.

Iñaki de Mujika