Real Sociedad 1-0 Valladolid CF |
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Jornada 30 Liga – 27/03/2014 |
Las caras del equipo después de perder en Almería dicen que eran un poema y que estaban todos cabizbajos y meditabundos. El vuelo de vuelta se asemejaba a un velatorio y la cara del entrenador en la comparecencia del martes era una mezcla de mosqueo y resignación, sazonada con un puntito de ojeras y tres cuartos de rictus triste. Será por no desentonar con el ritmo que llevábamos en los días precedentes, porque con entierros, capillas ardientes, armones, entierros, minutos de silencio y brazaletes de luto, cualquiera se atrevía a montar un sainete.
Obviamente, a la vista del juego y resultados, el entorno del equipo perdió la mochila de alegre confianza para llenarla de dudas y preguntas. He echado en falta que alguien del club saliera a dar un par de palmadas y despertara del letargo a toda la muchedumbre, interna y externa, que si hace unos meses subió al cielo en globo, ahora parece hundida en la miseria. Carácter guipuzcoano.
Dicen los que opinan de estas cosas que los de aquí somos así. Que si el cielo está maravilloso y al fondo aparece una nube, creemos que viene tormenta mientras nos olvidamos de aprovechar el espléndido sol. El equipo, que hace tiempo que dejó de ser un dechado de fortaleza, trata de encontrar de nuevo el sitio y también el discurso que se refiere a los objetivos. Ha entrado en un camino de justificaciones que nadie le pidió, incluso el técnico adelantó las valoraciones del ejercicio sin necesidad. No sé donde se pueden comprar tabletas de autoestima, pero da la sensación de que se cotizarían a raudales. Cuando se instala la tristeza?
Por eso, con la llegada del Valladolid, podían suceder dos cosas. Ganar con holgura y recuperar buenas sensaciones o continuar en la racha de pobreza de los últimos encuentros. De entrada, Seferovic por Agirretxe. El delantero que ha protagonizado los mejores goles de las últimas jornadas y que parece estar en un buen momento inició el partido calentando los cojines del banquillo. La vuelta de Rubén Pardo estaba cantada al igual que la defensa porque con la convocatoria decidida quedaban pocas dudas.
A estas alturas de la película posiblemente no sea muy importante quiénes juegan, sino cómo lo hacen. Llevamos unos cuantos partidos con un pedazo de atasco que te mueres. Sigo creyendo que el equipo está agotado y no encuentra la frescura, la chispa o lo que quieras para marcar el fútbol alegre con el que cautivó no hace tanto tiempo.
Como la calidad no se pierde, en un momento puntual aparecen los jugones. Vela, inteligente, ve un espacio y realiza un desmarque de ruptura. Rubén, que no lo es menos, acierta a darle un pase letal para que el mexicano marque un tanto que quita tensiones y abre el camino hacia la victoria. Suceden luego cosas y ocasiones, pero, o un portero que se llama Jaime, o la mala puntería, impiden que el tanteo se haga más holgado.
El segundo tiempo se nos hace eterno. Y menos mal que los pucelanos son bastante romos en ataque, porque? convivimos entre dudas. A esta hora no parece que seamos capaces de defender con balón en campo contrario, sino que lo cedemos y nos atrincheramos a la espera de una contra milagrosa que no llega. Con este panorama poco brillante en lo estético, pero práctico en el resultado nos vamos a ver la cara con un Osasuna muy necesitado. Guerra de guerrillas.
No queda sino aguantar y buscar los caminos del éxito. No entro en el debate de quién debe jugar o quién no. No entro en el debate del valor de un puesto final, porque las conclusiones deben hacerse cuando todo concluye. Defiendo con ansiedad la búsqueda de las perdidas señas de identidad. El equipo es menos reconocible que hace unas semanas lo que no quiere decir que no haga cosas bien, que las hace.
En lugar de dejarnos dominar por la tristeza, bueno sería disparar el sentimiento de orgullo. Y lejos de machacar al entrenador y a los futbolistas, insuflar el ánimo y la fuerza que necesitan. Sé de sobra que no están jugando bien, que no cautivan, que no son lo que eran, pero este es el equipo que llevó 8.000 personas a Manchester y ganó al Barça no hace tanto tiempo. ¡Vamos!
P.D. Ayza Gámez en el partido de anteanoche en el Camp Nou decretó penalti por mano de Adriano, producida claramente fuera del área. Rectificó a instancias del auxiliar, que casualmente no hizo lo propio en Almería cuando dispuso de dos ocasiones para lucirse y mejorar el paupérrimo arbitraje del trencilla. Debe ser que los focos le estropeaban la visión. Para mear y no echar gota. Con perdón.