Real Sociedad 0-4 Real Madrid |
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Jornada 32 Liga – 05/04/2014 |
Carlo Ancelotti, a la vista del estado de la cuestión y de la que la viene, decidió dejar en casa al mejor jugador del mundo según la FIFA para evitar males mayores y poder contar con él en los partidos decisivos que su equipo deberá disputar en los próximos dos meses. Que Cristiano Ronaldo no estuviera ayer en Anoeta no dejaba de ser a priori un respiro para la Real, para Carlos Martínez, para los aficionados y para la posibilidad de sorprenderles. El resto de discursos que apuntaban en la otra dirección eran más de pose que de intención real.
El técnico italiano reservó a la figura y coligió en voz alta que el calendario es una atrocidad porque los futbolistas están muy exigidos por tanto partido y que lo deberían mirar. Xabi Alonso se puso en paralelo con el entrenador y ahondó en lo mismo. ¡Árnica! Y lo dicen desde una entidad que dispone de un plantillón de gran calidad, cargado de internacionales y de futbolistas que pueden decidir en cualquier momento de cualquier partido. Para muestra el botón de anoche, con cuatro jugadas aisladas, otros tantos goles y dos tiros a los palos.
Celebro la coincidencia, porque llevó escribiendo de esto hace unas cuantas semanas, cuando desde la intuición visual, más allá de la teoría que los números físicos pueden certificar, se comprueba que al equipo le faltan pilas, chispa, tensión o lo que quieras. Los últimos partidos han sido complejos, incluida la semana de tres. Ha costado mucho imponerse a rivales de la cintura para abajo. Lograr un punto ha significado conquista y sumar tres, epopeya.
A Jagoba Arrasate le preguntaron el viernes al respecto de estas cosas y respondió como creyó conveniente, defendiendo a los suyos y no metiéndoles más presión de la que cada uno lleva por sí mismo. Habló de Griezmann y de otros futbolistas, convencido de que ante un rival de la talla del Madrid iban a dar respuesta generosa en actitud y acierto. Hablaba esta semana con Markel Bergara y me decía que el entrenador trata de convencerles de que las cosas pueden lograrse aunque pueda parecer casi imposible. Llevábamos hasta las ocho de la tarde de ayer diez años sin ganarles. Ahora, once.
Cada nivel de reto demanda un yo diferente. Lo leía ayer por la mañana a Xesco Espar en uno de sus libros. Si ante el Barça, el equipo venía rejoneado de la eliminatoria copera y sacó los puntos a puro huevo, ante el Madrid jugó un muy buen primer tiempo pero erró en la última jugada y encajó injustamente un gol que el rival no mereció para nada. Como ya en el segundo tiempo, cuando se mezclan incertidumbre y esperanza, cometimos otro fallo que tampoco desaprovecharon, nos vimos con dos goles en contra y la sensación de que no había ni remontada ni atisbo de ella.
Los tantos pesaron demasiado en la cabeza. El equipo se vino abajo en lo anímico y poco a poco dejó de creer. Eso significa dejar espacios que conducen a la sentencia definitiva. Pegada letal, cuatro txitxarros en nuestro portal y una afición entregada a su equipo. Todos los pitos fueron en dirección contraria hasta el último segundo y cuando la grada entendió que los realistas estaban sufriendo y pasando muy mal rato, trataron de levantar su ánimo para que asuman con bríos los retos que nos esperan.
Tampoco la fortuna está de lado. La lesión de José Ángel trastocó todos los planes y desajustó la defensa porque Mikel González puede jugar en el lateral, pero no es lateral. Luego, con empate todavía, una posible mano de Xabi pudo ser penalti, pero el colegiado canario no la vio o no la interpretó como tal. Si añades los fallos cometidos en las jugadas de los dos primeros goles, convendrás que la balanza se inclinó del lado más poderoso.
Decía que cada reto exige una actitud, pero es muy necesario que los esfuerzos se vean premiados con recompensa. No fue el caso de ayer como el de otras muchas veces. No sé quién dijo que para ganar a estos equipos, que son mejores que tú en todo, hay que poner el 200%, que ellos no estén en su sitio y que además te acompañe la fortuna. De las tres premisas, solo se cumplió la primera en parte.
No creo que el equipo pierda mucho tiempo en lamentarse, porque en el horizonte dispone de partidos suficientes como para convencerse de que el objetivo europeo no es una quimera y que debe seguir peleando por él. La disputa de dichos encuentros y los resultados que consiga determinarán el escalón clasificatorio. Eso sí, será clave la pegada, esa que hemos perdido en los últimos tiempos y que necesitamos para seguir haciendo camino.